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 RAÚL CESTERO MILLÁN  desea  SALUD-ARTE

 

Recuerdo una tarde de verano,  en las brumas de la juventud, haber leído, en la barra de madera de un bar a la orilla del río Duero,  la conocida sentencia de Leibniz "Este es el mejor  de los mundos posibles"y haber pensado que era  una reflexión inteligente que invitaba a disfrutar de la vida, pero recuerdo también haberla sentido como   conformista, justificativa y en cierta medida malsana.                

Debía y debo ser muy idealista, pero si hay una afirmación que me parezca indiscutible es precisamente la contraria, "Este mundo es francamente mejorable", y deberíamos encontrar la manera de desarrollar una sociedad más sana, más igualitaria, en mejor sintonía con la naturaleza y donde el arte y la cultura fuesen parte esencial de nuestras vidas.

SALUD

La salud no es solamente la ausencia de  enfermedades sino que según la OMS es Un estado de completo bienestar físico, mental y social  y por tanto nuestro principal objetivo, a nivel individual y social, no debería ser otro que el de intentar por todos los medios procurarnos una buena salud.

Fácil es decirlo pero no tanto ponerlo en práctica. En mi caso, por ejemplo, durante  bastantes años de mi juventud estuve fumando, bebiendo y haciendo otras tonterías y aunque, en el fondo, el cuidado de la salud sea una tendencia natural, las actividades concretas del día a día que ayudan a   favorecerla son muy cuestionables al igual que el propio concepto de “bienestar”.                                                                                 

Por otra parte, las influencias socioculturales a las que estamos sometidos por nuestro entorno son demasiado  fuertes para no ser tenidas en cuenta.   Por ejemplo, hay quien opina que un par de copas del vino al día favorecen la salud, mientras que otros pueden considerarlo un hábito pernicioso, y lo mismo podríamos decir de otras muchas bebidas, alimentos o actividades. Y eso, sin mencionar las dificultades de los que no tienen trabajo o de los que, para ganarse la vida, tienen que aceptar tareas extenuantes, nocivas o peligrosas.

Además  el ámbito de la salud está estrechamente relacionado con el de la cultura y sobre todo con el de la economía y por tanto en el plano social, dominado por el capitalismo y donde abundan todo tipo de creencias e ideologías,  resulta enormemente difícil emprender acciones conjuntas; Sin embargo,  en el plano personal deberíamos esforzarnos para  encontrar el camino  que nos acerque a dicho estado.

La importancia de la alimentación moderada y del ejercicio físico son incuestionables y si a esto le añadimos algún tipo de actividad lúdica y de relación con los demás, no habrá duda de que vamos por el buen camino, sobre todo si somos capaces de encontrar las dosis que más nos convengan.

ARTE

El arte, en mi opinión, podría definirse como:“la manifestación más profunda de la duda, el asombro y la admiración con que la vida sacude, acaricia o sorprende a los seres humanos y que puede ser expresado con palabras, imágenes, sonidos, movimientos, etc."

¿Cómo se distingue el arte?  

Pues yo no lo sé, ni lo sabe nadie, ni es posible saberlo. De la misma manera que no disponemos de una máquina capaz de medir los distintos  grados de amor o de verdad, o de cualquier otra gran palabra abstracta, como justicia o libertad, tampoco podemos decir con precisión lo que es arte y lo que no lo es.

Lo que sí sabemos es que, a veces, se habla de los artistas como de personas iluminadas, de personas superespeciales con capacidades y sensibilidad muy por encima de la mayoría de los demás.  No estoy  de acuerdo con esa afirmación y pienso que todas las personas tenemos un determinado sentido artístico, que es innato y que en algunos casos su desarrollo se ve favorecido por las circunstancias y en otros no.  En gran medida comparto la opinión  de la Bauhaus de que: “Los artistas no son más que artesanos exaltados”.   En muchas ocasiones, esos que se autodenominan “artistas” inventan retahílas de sandeces para aparentar originalidad, despertar la admiración o el desconcierto entre la gente normal y vivir con desahogo  trabajando más bien  poquito y siendo escasamente útiles a la sociedad.

Obsesionarse con el arte me parece tan perjudicial y limitador como obsesionarse con el deporte, con el trabajo, con la música o con el sexo y en mi opinión el verdadero arte es el de vivir equilibradamente y saber disfrutar de la variedad del mundo.

¿Cuál es el valor del arte?

“Solamente el necio confunde valor con precio” ponía Antonio Machado en boca de Juan Bueno.

 Esto nos lleva al meollo del mal funcionamiento de nuestra sociedad, puesto que el verdadero valor de las cosas y las personas  debería ser consecuencia de su utilidad social, de su aportación a lo que antes se llamaba “el bien común” y sin embargo, vemos  con asombro y pesimismo,  las cifras que alcanzan los fichajes de deportistas, los ingresos de algunos famosos y directivos de empresas o los precios de cuadros de pintores vivos, y sobre todo muertos, cuyo único objetivo es la especulación mercantil.

Me pregunto: ¿qué precio tienen las catedrales? 

¿Se mercadea también con pueblos, montañas, ríos y bosques?

¿Qué utilidad tiene el arte?

Esta es una pregunta clave. ¿Qué aporta el arte al bien común? ¿De qué manera contribuye a nuestro desarrollo como sociedad?  ¿Se debe considerar, tan solo, como una necesidad expresiva  inevitable?     

A mi parecer la respuesta es clara. El arte forma parte de lo esencial de las  personas y  sin arte no hay humanidad. Seríamos, en el mejor de los casos, como ejércitos de zombis o de robots, que quizás pudiéramos organizarnos y evolucionar de alguna manera, pero triste, mecánicamente, es decir estando por completo deshumanizados.

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